ISBN : 987 – 22243-0-7
© Sergio Bartés Hubeaut
barteshubeaut@hotmail.com

Dedicatoria

Ambulo por verdes colinas y grises
pantanos;
todo lo absorbo, nada me es
indiferente.

Mis poemas son inciertos porque el
universo también lo es.

El estilo no es sólo el hombre. Es
también lo que lo rodea, y si la
atmósfera no entra
dentro del poema, el poema está
muerto: muerto
porque nunca ha podido respirar

(Neruda)

Yo pretendo sentir la respiración de
lo que escribo.

Sergio H. Bartés

Prólogo

Sostiene George Steiner que la literatura y las artes son los testigos perceptibles de la libertad de llegar a ser. Gracias a ellas, el hombre deja, entiendo yo, su perennidad sostenida de vagabundo desalentado para reencontarse con aquello que lo hace verdaderamente humano: su esencia, su mismidad.
La poesía como camino ingobernable hacia la pausa, como trayecto incandescente de silencio, se convierte en la celebración del acto de vivir. El poema es la fiesta donde se celebra la vida.
“A pesar de todo” de Sergio Bartés constituye una larga meditación sobre el existir y la existencia. Como un arrullo suave, la voz del poeta se deja oir en varios textos que juntos aproximan al rito.
El poeta dice: “Hay lágrimas caídas / en el canto roto / de la ausencia”, o confiesa (confesándole a otro) “... ambos sabemos / que uno de nosotros / no existe”, o asegura: “El dolor es de nadie”.
Un gran “yo” inaugura la primera persona de lo desolado y recoge en esa voz patética el grito de una soledad que no acaba: “En el centro/ del resplandor/ yo espero”.
Poemas cortos, casi reflexiones que inician el vuelo hacia la derrota o el triunfo; apenas frases deflecadas en un enunciar el existir como si doliera:”pero hay regiones que aún respiran / y yo sigo existiendo”.
Porque para Bartés existir es el privilegio de la palabra.
Existiendo se prolongan los silencios interrumpidos por el verbo, se vuelve a ser desde la gestualidad sonora que nos convoca.
Complace y alegra que el nuevo libro de un poeta austero, lleno de vértigo y de fuerza, se nos instale en la palma de los ojos como un regalo. Y que sea el gesto vivo del poema el elegido para esta aventura.
Así como en la lluvia cada gota se une a las demás para dibujar la tormenta, aquí cada verso se reúne con los otros para conformar el relato de la espera de lo quizás definitivamente ausente.

Prof. Miguel Ángel Gavilán

Anhelo

Un cardumen de lenta geografia
y sus brotes de inesperadas presencias
trazan aureolas confusas
con escamas de dudoso brillo.


Estoy perdido en fatigados territorios;
me rodean piedras y sombras
de substancias indecisas,
y trémulas lenguas inanimadas.


Si encontrara un barco lúcido
huiría hasta tu casa,
y te llevaría
flores sonrientes.

A una mujer

Hay archipiélagos de luces
en tus ojos de lenta humedad:
calendarios de abejas
desprendidos del sol.


Descubres sabores festivos,
inventas el trigo y el vino,
dibujas mapas de sugerencias,
formas collares con gotas de harina,
creas música de silencios y
malvones.


Quizá también yo,
como un huésped perpetuo,
soy parte
de tu existencia
de resurrecciones

Fibras interiores

Por autopistas de huesos,
y tulipanes como soles:
algaravías quebradas
de la garganta y el vino.


Con las sandalias rotas
del pensamiento, desnudo,
como el trueno y la paloma,
deja su estela
de estrías y órganos
el viento mental.

Elocuencias

La palabra sólo pensada,
el tiempo y sus instantes de vidrio,
el vino certero recorriendo
las regiones blandas del insomnio,
un martillo de alas quebrando
la substancia funeral de la noche,
el agua abandonada
en el baldío de la espera.


Y mi mano súbita
escribiendo
este poema
de silencios.

Circulaciones

Crece el lento relámpago multiforme,
como un tallo de luces dispersas.


Traza líneas asimétricas
de ojos y ruinas;
quiebra la cáscara húmeda
de la noche, y perfora
substancias ciegas
y ciegas miradas oxidadas:


repúblicas de huesos y uñas,
computadoras como manzanas rotas,
furia contenida del hombre ritual
maquillado con miel y ácido,
ratas aullando por venas sin sangre
en las fisuras del árbol caído.


Una prostituta dormida en un zaguán
sueña con resurrecciones.


Y la ciudad sonríe,
como peces en un mar de algarabías.

Poema inconcluso

Entre escaleras y trenes difusos
fui perdiendo la barba,
las rodillas,
los codos,
el reloj.


Costumbre de mi repertorio
de ir perdiendo órganos y
cosas.


Ayer perdí el sombrero
y una mujer;
hoy los últimos versos
del poema.

Lejanía

Me nutro de sueños
y nubes azules.


Ardo en los fuegos
a pesar del agua
y su desborde inesperado.


Habito en mi pensamiento,
que pesa más que mi cuerpo,


Lejos vuela un pájaro.
¡No vuela más lejos
mi ansiedad?

Cuestionamientos

Mi mente es un circo
de payasos dormidos
y trapecistas silenciosos;
cabriolas raras
en la casa del desconcierto.


Si tienen manos las ideas,
¿a qué se aferran?


Veo los pájaros volar
y me cuestiono
la clandestinidad de sus alas
y el sustento previsible
del viento.


Inminencias
de dinosaurios dormidos
en la frente
de la incertidumbre.

Extravío

Canta un gallo
y espera.
El sol despierta
y mira.


Desolación.
Clausura del mundo
con una pluma
que pesa menos que el viento.


Y yo
buscándome.

La caída

Estoy parado en el borde
de una nube temblorosa;
hacia abajo
continentes de crema
salpicada con barro.


Linyeras, universitarios,
prostitutas, carniceros,
perros hambrientos
devorando huesos de yeso,
poetas en sus jaulas
de trigo y balcones.


La nube se mueve,
pierdo el equilibrio
y caigo.


El universo me espera,
con su barba crecida
y sus arados confusos.

La otra existencia

En una alcoba de alas
y vuelos encarnados,
los amantes unen sus cuerpos
de enredaderas vertiginosas.


Hay susurros
en las mantas rituales,
ecos de barcos sumergidos.


El placer está descalzo
y camina:
se esparce,
salta,
estalla;
animal hambriento
en el centro de la fiebre.


La alcoba ya no está donde estuvo;
es una jaula de espigas
desprendida del mundo.

Desconcierto

En oscuros pasillos
poblados de aullidos
de pájaros-lobos,
y muros rugosos
se ocultan mis sueños,
¿Cómo descubrir sus imágenes?


Sólo escucho sonidos
de respiraciones falsas:
influencias gastadas
de la noche
y sus códigos rotos.

Instante impreciso

En la alcoba, ritual
del amor y del placer,
el tiempo no lee
las horas transitadas,
o se olvida de hacerlo.


Los cuerpos son
esculturas suspendidas
en redes de adherencias.


Enjambre de latidos
perfora el silencio;
y es tan leve
el universo...

El encuentro

Debo apresurarme.


En ningún lugar
alguien me espera.

Transfiguraciones

Tengo un costado
de latidos, otro
de ruedas disparadas.


Recorro las leyendas
substanciales de los fuegos
y los cisnes.


Habito la terquedad
de mis sueños
y el rumor clandestino
del pensamiento.


Abro las puertas del tiempo
y sus galerías consumidas.


Espejos infinitos
reflejan imágenes mutantes,
que vagamente
reconozco.

Escrituras verticales

Un derrumbe
arrastra otro derrumbe.


Pero las piedras
no hablan entre ellas
cuando ruedan.


Sólo escriben
historias caídas,
que lee el viento
y olvida siempre.

Cuando la vi

Comprendí que ya no quería
vivir en mi cuerpo.


Respirar por mí mismo,
usar camisas y corbatas,
y a veces una escarapela
era el repertorio fatigado
de ser yo:
yo silla,
yo bostezo,
yo paracaídas,
yo nada.


Mi lugar es esa mujer
y sólo quiero vivir
en ella.

Ausencias

Llueve,
la llanura brumosa
se deshabita
de sueños,
de sonidos transparentes.


Lo que la lluvia
no consume
agoniza.

Los pájaros
ya se han ido.
y el mundo
es agua.

El espejo

Alguien me hace señas
para que me acerque.


Como es de noche
no alcanzo a ver su rostro,
pero advierto que es tan alto
y delgado como yo,
y en su mano sostiene un vaso
que es el mío.


Sin mediar palabras
nos sentamos en iguales sillas
y prendemos el mismo cigarrillo.


Ambos sabemos
que uno de nosotros
no existe.

Partidas

Hay lágrimas caídas
en el canto roto
de la ausencia.

Interrogantes

Se fractura
la clavícula de la razón,
todo se vuelve hueco
como un pozo
del pensamiento.


¿La mente piensa
o es pensada?


¿En qué tiempo
del anti-pensamiento
acechan sus desvaríos?


¿Demonios
o dioses desenterrados?

Trazos inciertos

Pinos azules
creciendo en un mar ausente.


Delfines tomando sol
en la plaza dibujada.


Y una calle
de tortugas grises
me lleva...
Me lleva.

La misión

En la palma
de la noche mineral
canta un soldado,
y come uvas.


Exasperado,
su fusil le recuerda
que es hora
de matar.

Transparencias circulares

Are not mountains, waves and skies a part
of me and my soul, as I of them?
Byron



Desde la boca rugosa
de un árbol
siento las intermitencias
de mi espíritu.


El árbol
pronuncia palabras.


Habla con
mi voz;
y mi voz
es la del árbol.

Impurezas temporales

Ayer
rosas y cabellos;
hoy
cerezas y caracoles.


Estrías del tiempo,
y su péndulo de limaduras húmedas
marcan pausas de gelatina,

entre
lo que no fue
y lo que no es.

Expresiones

Las palabras vuelan
por el ojo perforado
del relámpago,
inventan leyendas,
cavan pozos en la mirada,
quiebran las inclemencias
del pensamiento,
edifican torres de pájaros.


Veredas ocultas
en las orillas del universo;
transeúntes de laberintos;
jaurías aullantes
en el ángulo del placer.


Desolación.
Muchedumbre.


Alas
consumiendo distancias.


Palabras:
hambre de todo.
Hambre.

El lugar

En procesión infinita,
desnudo,
ciego,
silencioso,
camina el hombre
hacia la predecible
casa
del patíbulo.

Travesía

Sueño con torres
de pan caliente.
Amo el vino sumergido
de tu bostezo sexual.


Navego en un barco
de alas consumidas.
Me alejo de cuartos deshabitados,
y la sangre indecisa
de las sílabas rotas.


Quiero tatuarme de palabras
con significados de bosques;
flotar en las plataformas
del deseo,
y deslizarme en tu boca
como un argumento
de la lluvia.

Réquiem

Reposan
los ojos de un guerrero
en las entrañas de un buitre.


en el campo de batalla
sólo quedó su cuerpo
y una muerte
inexplicable.

Pausa

Abanicos de transparencias
clausuran las sombras,
y el mundo
es inmenso
a la hora
de la luz.


En el centro
del resplandor
yo espero.
Espero...

Hipótesis trifurcadas

Hace tiempo,
por una calle desierta, vi caminar a una
mujer
que llevaba, en una de sus manos,
el retrato de su imagen
y el retrato,
que a su vez repetía la figura
con minuciosa exactitud,
del retrato del retrato del retrato.


Tal vez aquella mujer
era sólo una imagen visual
de lo infinito.


Aunque quizá todo fue un sueño
dentro de un sueño
de otro sueño de otro sueño...

Inmensidad

Una gota de mujer
se derramó en mi frente
y fue mar.


Mar.

Hallazgo

En un estante
del pensamiento
dejé olvidado
un sueño.


En su lugar
encontré
una mujer.

Puzzle

Árbol mental,
metarfosis del viento.


Ríos de hormigas
devorando el vientre
del universo.


Arde el agua;
el fuego moja.

Ramas de vidrio
rozando la piel
del silencio.

Combinaciones
raras.

Sed

Están vacios los aljibes,
y la lluvia
ya se ha ido.


Tal vez el agua
que no encuentro
sea una des-creación
de mi pensamiento.

Es así

Te evoco
con las manos cóncavas
de la mirada.


Busco en los libros
el significado transparente
de tu lectura,
y la lectura de su sombra.


No es verdad
que los árboles vuelen;
sí los pájaros,
y este sentimiento
raro
que me habita,
como un espejo.

Formas

Un sombrero gastado,
un poema de arena,
un vidrio cóncavo,
un libro infinito,
la mangosta de Neruda.


Y yo;
bebiéndome
en el hueco
de un vaso
que no existe.

Siesta

Una nube pregunta la hora,
¿la hora de qué?


Hormigas presurosas
escriben en la tierra
un mensaje hierbal.


Y un viejo se duerme
dentro de su raído sombrero.


Nada ocurrirá.
Sólo
la lluvia.

Apariencias

En la garganta
rota del vino
nadie.
Sólo un himno
de piedra
balbucientes.


Mis ojos
de espera.


Apenas reconozco
el espejo manchado
de un cuarto
que se parece al mío,
y donde me veo
dormir.

Vibraciones

Entre las piernas
de la rosa
conjunción
de trópicos en celo.


Rojos surtidores
encienden el péndulo
del placer ondulante.


Una gota de verano
derramada
en ojo del viento
inventa una isla,
la isla sonríe
y no habla.


Al mediodía
le sobra
un sol,
y todo
se parece
al fuego.

Por siempre

Como un barco lento
navego tu cuerpo de agua,
repitiendo los senderos
del hábito
y el placer.


¿Es real la existencia?


Soy
apenas
yo.


y la memoria
infintita
de amarte.

Isolation

En ningún lugar
ha muerto
un perro vagabundo.


El dolor
es de nadie.

Inevitable

Substancias oxidadas
en el ojo transparente del tiempo
tienden hilos,
y lo inmovilizan.


Mientras tanto,
todo lo demás
sigue cayendo
en lentas gotas
de exilio.

Vacilación

Entre cenizas
de volcanes letúrgicos
estoy a la puerta
de todo.


¿Debo avanzar
o retroceder?
La noche,
¿está adentro
o afuera?


Siento el olor
de sus monstruos:
influencias caídas
en las venas del misterio.


Espadas de costumbres lacerantes
perforan los párpados
de mis pasos,
de falsas transparencias.

Y yo
sin saber
donde ir.

Por propia voluntad

No me alcanzará la ira
del silencioso bisturí;
ni las sábanas amarillas
de amarillos hospitales,
y sus corredores
de negras encías.


No habrá rostros de harina
acechándome con sonrisas
de caracoles podridos.


Nada tendrán de mí,
aunque deba
renunciar al amor
y a la lluvia
en los jardines.

Fatal

Estación de andenes desiertos,
y mudas campanas
oxidadas por el silencio.


Sube al tren,
nota sin extrañeza
que es un único pasajero.


Sobre un asiento un libro,
tapas grises, sin título.


Hojea en la última parte
el relato
de un hombre en un tren
leyendo un libro.


El final ya lo sabe.

A pesar de todo

Voy por fatigadas veredas
de cerrojos y mutilaciones;
si pudiera, no leería
lo que veo y veo:
la baba furiosa del acero,
restos de pensamientos abortados,
defunciones de la espera y el colibrí,
silencios en estaciones de presagios,
libros y pianos sumergidos
en ríos de cerveza rancia;

horas
decapitadas,
instintos
desaparecidos.


Pero hay regiones que aún respiran,
y yo sigo existiendo.

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